domingo, 17 de enero de 2016

Las Memorias de Vegeta (Entrada 101)


11 de Septiembre 791

Mis recuerdos de lo que paso después son vagos, recuerdo haber estado flotando por un tiempo indefinido en la oscuridad, no era una ausencia de luz, sino de mi mismo, no veía, escuchaba, olia, saboreaba o sentía nada en absoluto; sin embargo era consiente de mi existencia y entonces recordé que ya había estado aquí anteriormente. Luego de que Freezer me matara en Namekusei me había encontrado en este sobrecogedor vació, sin embargo en aquella ocasión mi mente, no mi misma alma estaba tan llena de rabia y frustración que no me percate de la inmensa paz que inundaba mi conciencia ahora.

En aquella ocasión cuando morí en aquel lejano planeta mi anhelo de acabar con Freezer y mis moribundas esperanzas puestas en Kakarotto seguían ardiendo en mi después de muerto, tonto así que por un momento sentí como si estuviera cerca de mi rival nuevamente. Invadido de una ira tan grande que sentía que no estaba solo, imagine que mi padre y el padre de Kakarotto habían sentido la misma angustia mientras morían a manos de ese miserable -“ese maldito me mato muy fácilmente” – eran las palabras que resonaban en los vestigios de mi consciencia.

Cuando fui revivido por las esferas del dragón de la tierra me desperté en medio de la tierra, no podía respirar así que con descesperacion estire un brazo tratando de sacarme a mi mismo de ahí, al des enterrarme me di cuenta de que aun seguía en Namekusei, el cual ahora era un infierno de cielos oscuros, terremostos, tormentas eléctricas y torrentes de lava brotando de sus entrañas. No daba crédito a lo que ocurría, podía usar mi ki y sentía dolor, definitivamente estaba con vida. Pero en medio del caos los gigantescos ki de Freezer y Kakarotto eran aun más abrumadores que toda la destrucción que envolvía al planeta, pude sentirlos no muy lejos de mí asi que los busque con la mirada. Al verlos también me di cuenta de que el dragón de Namekusei también estaba ahí. Vole en dirección a donde se encontraban mi rival y mi asesino, no iba a desaprovechar esta segunda oportunidad.

-        ¡Freezer! – le grite cuando les alcance, la cara de ese miserable se descompuso aun mas de lo que ya estaba al verme. Sus músculos estaban abultados y su piel blanca llena de raspones sangre y tierra, sin duda provocados por Kakarotto.
-        ¡Vegeta! – Dijo el sujeto a su lado con grata sorpresa, de no ser por su ki no lo hubiera reconocido. Kakarotto también estaba lleno de heridas y cada musculo de su cuerpo parecía apunto de estallar, su piel se veía mas blanca como si luz emanara desde dentro de el, pero lo mas impactante era su cabello y sus ojos, su mata de cabello negro refulgía de un dorado incandescente, erizado como el mio y sus ojos se habían tornado de un verde brillante e intenso.
-        Kakarotto… finalmente lo lograste, te haz convertido en todo un super saiyajin – mi voz no dejo que mi emoción se ocultara, a pesar de ser mi rival quien lo había hecho, finalmente podía ver a un super saiyajin con mis propios ojos.
-        ¡Tu también! – dijo Freezer anonadado – pero.. ¿porque? ¡¿estas vivo?!

Como respuesta estire mi mano dominante y acumule mi energía para atacarle, sin embargo antes de poder hacerlo mi vista se vio obstruida por un repentino destello, cuando recupere la vista Kakarotto, Freezer y Namekusei habían desaparecido, y en su lugar estaba un bosque frondoso bajo cielos azules; así es como llegue por segunda vez a la tierra.

Estaba tan claro en mi mente, todos lo recuerdos de mi vida estaban presentes y a mi alcance, cuando morí la primera vez no fue así, solo había oscuridad, miedo y angustia. Ahora la misma oscuridad se sentía cálida y acogedora; las voces de aquellos que deje atrás al dar mi vida se volvían un eco que poco a poco se desvanecía, a pesar de no tener una sensación corpórea me sentía muy a gusto, como si no faltase nada.

-        “así que esto se siente morir por los demás” – pensé.


Me pregunte si eso fue lo que experimento Kakarotto cuando murió en la batalla con Cell, sin embargo al recordar eso también recordé lo que Piccoro había dicho, mi alma perdería sus recuerdos y seria usada para un nuevo ser, básicamente renacería; a pesar de eso, no sentí nada, ni tristeza, ni tampoco impotencia al no poder terminar mi pelea con Kakarotto, era como si nada importase.

No tengo idea de cuanto tiempo permanecí ahí, a pesar de ser consciente de si mismo y tener presentes todos mis recuerdos no tenia noción del tiempo o del espacio, no sentía que hubiese algo a mi alrededor o que el tiempo transcurriera, era una sensación muy extraña. Una parte de mi se preguntaba si simplemente permanecería ahí hasta que olvidara todo lo que alguna vez fui y mi conciencia se esfumara por completo. Según había oído de Kakarotto el otro mundo era distinto tanto en el cielo como en el infierno, pero esto era un completo y absoluto vacío; o quizás este era mi castigo por mis malas acciones tanto del pasado como las presentes, si era así probablemente pasaría el resto de la eternidad.

Trate de llevar la cuenta del tiempo que había estado ahí pero me fue imposible, cada vez que contaba de repente perdía la cuenta cuando algún recuerdo se me atravesaba por la mente. Planetas distantes, razas de todos los confines de la galaxia, sabores, aromas y personas estaban tan vividos que era como si lo estuviera reviviendo. Entonces me vino a la mente, la única persona que deseaba ver más que a mi esposa, mi hijo o mi rival, aquella que me recibió en sus brazos al morir.

Puse todo mi esfuerzo en visualizarla, su cabello, sus ojos, sus manos, su atuendo hasta su aroma… en mi pensamiento Rabba se hizo presente tan nítidamente que de haber tenido tacto habría podido tocarla. Era hermosa, no de la manera que Bulma lo es, sino de una manera inalcanzable y apacible, su sonrisa era la misma que me dedico la ultima vez que la vi. Me sentí acongojado ante su imagen, esta mujer de la que sabia tan poco se había convertido en uno de mis recuerdos mas gratos y dolorosos al mismo tiempo, mis recuerdos eran confusos y solo me habían permitido deducir su identidad, pero si ello era correcto no lo sabia; nunca conocí a mi madre y realmente nunca experimente aflicción por su ausencia, para los saiyajin la convivencia familiar era algo innecesario, en mi caso si pase mucho tiempo al lado de mi padre pero únicamente debido a mi condición de heredero, rara vez se comporto paternal hacia mi y por supuesto nunca hubiera esperado lo contrario, mi padre era todo lo que un saiyajin debía ser, poderoso, despiadado, ambicioso y un orgulloso guerrero hambriento de batalla; muy posiblemente si hubiera estado en mi posición cuando arribe a la tierra por primera vez habría hecho correr ríos de sangre hasta que alguien le diese las esferas del dragón y después de haber obtenido lo que quería habría exterminado a la población entera del planeta. Inclusive no se molestaría en esperar a que Kakarotto se presentase a la pelea como yo lo hice, simplemente hubiera hecho estallar el planeta de no considerarlo necesario. Recuerdo que en aquella ocasión cuando los amigos de Kakarotto nos pidieron esperar a que el volviese del otro mundo tras haber revivido, Nappa estaba tan aburrido que lo mande a dar un paseo solo para que dejara de fastidiar, cuando regreso después de unas horas me menciono que el planeta tierra era de una calidad excelente y se vendería por un buen precio.

-        ¡No seas imbécil Nappa! – le espete – estamos aquí únicamente por las esferas del dragón, una vez que obtengamos la vida eterna podremos apoderarnos de cualquier planeta.
-        Pero es una lastima Vegeta, la mayoría de los planetas no tiene un ecosistema tan variado como este incluso podríamos convertirlo en el nuevo planeta Vejita.
-        … - Desde que el planeta Vejita exploto, Nappa siempre albergo la esperanza de repoblar un planeta con descendientes saiyajin – lo que dices podría ser cierto, pero primero hay que concentrarnos en obtener la inmortalidad.
-        ¡Si! Tienes razón Vegeta.

Pobre diablo, siempre que viajabamos por distintos planetas buscaba cualquier indicio de alguna sobreviviente de nuestro planeta, estaba desesperado por tener vástagos, al ser mucho mayo que yo Nappa nació años antes de que la esterilización fuera obligatoria para los varones sayajin que llegaban a la madurez, por lo que aun era fértil. Cuando conocimos a Raditz sus esperanzas de encontrar una hembra solo aumentaron, su orgullo no le permitía tener descendencia con ninguna mujer que no fuera de raza saiyajin, sin embargo tras enterarnos del inmenso potencial del hijo de Kakarotto se abrió un poco mas a la idea de tomar una mujer terrícola como pareja – “o mejor aun, varias”- Mencionaba a menudo en los momentos que asábamos despiertos en nuestras capsulas espaciales cuando viajábamos rumbo a la tierra. Me pregunte que pensaría de saber que me case con una humana y tuve un hijo mestizo con ella.

Estos pensamientos y muchos mas se arremolinaban en los vestigios de mi conciencia mientras flotaba a la deriva en aquella oscuridad; mis memorias eran tan  abrumadoramente nítidas que casi me hacían olvidar que ya estaba muerto y que nada importaba ya.

 De repente el vació se inundo de luz, sentí una desconocida calidez permeando mi espíritu; mis pensamientos se aceleraban de pensar que mi alma había caído en el infierno,  la luz se volvió tan intensa que me cegaba… entonces me di cuenta, ahora percibía la luz con mis propios ojos, la calidez con mi propia piel, todos mis sentidos estaban volviendo uno a uno, mi tacto, el gusto.

-        ¿Vegeta? – pregunto una familiar voz haciéndome notar que había recuperado mi sentido del oído.


Voy a preparar me un café antes de seguir escribiendo, y quizás algo de desayunar, ayer Goten vino de visita y nos dejo unas salchichas de Paosaurus que preparo su madre.

2 comentarios:

Karime dijo...

*muero muerta* creí que ya no ibas a teretomarlo. Mil gracias *0*. Te quedo divinaa

Anónimo dijo...

Gracias, gracias, gracias!!! Por favor continúa!!! :-D